“No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”. (Montesquieu, 1689-1755)
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¿Por qué nos dejamos expoliar impunemente?
En España hay 8.112 alcaldes, 65.896 concejales, 1.206 parlamentarios autonómicos, 1.031 diputados provinciales, 650 diputados y senadores, 139 responsables de Cabildos y Consejos insulares y 13 consejeros del Valle de Arán. Un círculo cerrado y opaco de apenas 80.000 políticos electos y selectos.
Cerrado y opaco, ciertamente, como para no tener reparo en aprobar una ley de pensiones que permita a un diputado con tan sólo siete años de ejercicio seguir optando a la jubilación con todos sus derechos, mientras que un trabajador necesita 35 años.
¿Pero sabía usted que a los miembros del Gobierno les basta con jurar su cargo para cobrar la pensión máxima?
¿Y sabía usted que los políticos pueden subirse sus retribuciones en el porcentaje que prefieran? ¿Y que cada parlamento autonómico, diputación o ayuntamiento fija el sueldo de sus cargos sin límite ni baremo alguno? Lo cual ha hecho posible que alcaldes de ayuntamientos en bancarrota cobraran más que el presidente del Gobierno.
¿Sabía usted que exdiputados, exministros o expresidentes pueden fichar como consejeros o directivos de grandes empresas mientras siguen cobrando una pensión del Estado? Los altos cargos, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos, tres y hasta cuatro salarios del erario público. Para los demás españoles está prohibido por ley.
¿Y sabía que un profesor, un maestro, un catedrático de universidad o un cirujano de la sanidad pública, ganan menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera?
¿O que los diputados disponen de 5 millones de euros al año para viajes?
¿Que la retención de las nóminas de los diputados y senadores es sólo del 4,5%?
¿Que sus señorías tienen seis meses de vacaciones al año? ¿Y que Zapatero es el único presidente de la UE que carga sus gastos vacacionales a los presupuestos estatales? Viaja con 100 personas durante tres semanas.
¿Sabía usted que paga de su bolsillo las multas que la DGT impone a los políticos? ¿Y que además las paga con recargo?
¿Que no existen datos oficiales sobre el absentismo al trabajo de los políticos o al menos no se han hecho públicos?
¿Que la comunidad valenciana dispone de 200 vehículos oficiales de alta gama para sus altos cargos, y la de Andalucía cuenta con 234?
¿Que a un político no se le exige superar una mínima prueba de capacidad intelectual para ejercer su cargo?
¿Que nunca se ha sancionado a ningún político por incumplir el Código del Buen Gobierno, que se supone que controla las buenas prácticas del Ejecutivo?
¿Que un vecino de Madrid, por ejemplo, sustenta con sus impuestos el salario de 27 concejales, 120 parlamentarios de la Asamblea madrileña, 264 senadores, 350 diputados nacionales y 54 del Parlamento Europeo? En total, 815 cargos electos, sin contar los puestos de confianza que arrastra cada uno.
¿Sabía usted que no hay límite legal ni fiscalización previa para las comidas de representación de los políticos españoles?
¿Que los senadores cuentan con 1,7 millones de euros al año para gastos de teléfono?
¿Que se invirtieron 66,6 millones de euros (el número de la bestia) en la celebración de las elecciones general de 2008? De ese dinero, 44 millones fueron prestados por los bancos para financiar campañas publicitarias megalómanas. Las mismas entidades que ese año de crisis embargaron las casas a 60.000 familias por falta de liquidez.
¿Que sólo un tercio de los diputados del Congreso se dedica en exclusiva a su labor política? El resto engorda sus cuentas corrientes con la participación en empresas privadas, fundaciones y colaboraciones varias.
¿Que los sueldos de nuestra casta política cuestan a los ciudadanos unos 720 millones de euros al año, más que el presupuesto anual de toda la red ferroviaria, tres veces superior al dinero dedicado a cuidar el patrimonio nacional y 60 veces más que lo que gasta el país en salud bucodental para jóvenes?
¿Que a diferencia de otros países no hay una ley concreta sobre los obsequios que pueden aceptar o no los políticos? En EEUU, por ejemplo, pasan al Estado. Aquí nadie tiene obligación de declararlos. Se pueden quedar con ellos, sin más. 11.000 cargos públicos reciben regalos navideños, un gastoque suma al año 2.200.000 euros.
¿Que el Parlamento Europeo cuenta con una Oficina de lucha contra el fraude, cuyos informes son confidenciales y su contenido completo sólo es conocido por los parlamentarios? Los votantes pueden saber de las buenas acciones de los políticos, pero sólo ellos conocen datos sobre el fraude. En España es tal el descontrol en la administración de fondos que no hay ni una sola institución que conozca a ciencia cierta cuántos políticos cobran del Estado.
¿Y sabía usted que todos estos privilegios sólo pueden modificarlos ellos mismos?
Pero la Vicepresidenta de la Vogue considera “indecente” que “mientras la inflación es -1% y, tengamos más de 4 millones de parados, haya gente que no esté de acuerdo en alargar la jubilación a los 70 años». Hizo esa declaración nada más blindarse con 142.367 euros anuales.
Habituados a la inmunidad y la desvergüenza sólo conciben que su indigencia moral y sus excesos los pague el común de los mortales. Ser político es un chollo con privilegios al alcance de ellos y sus herederos. ¿Por qué somos tan dóciles y nos dejamos expoliar tan fácilmente? ¿Por qué no desprenderse de un lastre así de inaguantable? ¿No habrá manera de mandarlos a todos al arroyo del cual nunca debieron salir? Son peor que la peste.
Para empezar a dar algún paso ya existen varios movimientos vía Internet con el fin de promover una ley de referéndum que pueda poner coto a sus abusos y privilegios, regular sus desorbitados sueldos, dietas y pensiones vitalicias, restringir el fichaje de ex altos cargos por grandes empresas mientras compaginan otro sueldo público, eliminar un senado inútil y obsoleto, controlar el despilfarro de las comunidades, el derroche en el pago de horas extras y el uso de coches oficiales para asuntos privados, etc, etc. Etcétera.
Sabemos que ha llegado la hora porque todo está perdido. Cualquier momento es el mejor momento para empezar de cero…
¡Son insaciables! (y II)
¡Son insaciables!
Telefónica acaba de contratar al señor marido de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para trabajar en su gabinete jurídico. Y además ha fichado a Paloma Villar, señora del diputado socialista Eduardo Madina. También hace unos días un cuñado de Arias Cañete, el ministro del Prestige, se convirtió en presidente de Saeca. Todo esto en dos telediarios. No hay mejor currículum que un familiar político.
Menos mal que Argentina está peor aún. La peronista (peoronista) Cristina Kirchner, señora de presidente hasta que fue ella misma presidenta (es decir, señora de presidente, viuda de presidente y presidente, por ese orden), se ha doblado el sueldo en sólo dos años. Cada dos años, el doble. Es lo justo.
En el próximo nicho incluiré una relación de agraciados con un bonito empleo en las últimas semanas. El PP no pierde el tiempo.
No disimules, Obama, que no eres negro
Barack Obama habrá ganado las últimas elecciones americanas y el Premio Nobel, y algún día hasta le nombrarán hijo predilecto de Coria del Río, pero Obama no es negro. Salvo que se aplique todavía la norma de hasta la última gota de sangre. Después de 300 años de historia, los americanos siguen cortados por el mismo patrón racista según el cual si uno tiene una gota de sangre negra, es negro. Se trata naturalmente de salvaguardar la pureza de la raza blanca. La madre de Obama es blanca, pero por esta curiosa regla el 50% se convierte en el 100%. Entre medias no hay nada. Los titulares de la prensa mundial coincidían el pasado 5 de noviembre: “El triunfo de Obama marca un hito histórico. EEUU elige a su primer presidente negro”. Lo cual, no sólo es mentira y una prueba de racismo atávico, que sería lo de menos tratándose de papel de periódico, sino que sobre todo impide la canalización del fenómeno Obama como podría hacer menos daño. Hasta el propio presidente y sus seguidores han terminado por aceptar esa nomenclatura. El nuevo presidente es mulato, birracial y bicultural, y podría representar mucho más que la personificación del éxito de los afroamericanos. A pesar de sus seguidores, el triunfo de Obama puede significar un puente entre razas, un símbolo vivo de que las estrictas categorías raciales, así como las religiosas, deberían desaparecer. Pocos de los que ven a Obama se dan cuenta de que es un blanco protestante de Kansas en un 50%. Obama, no eres negro.
Si cualquiera de nosotros se hiciera una prueba de ascendencia en un laboratorio de ADN, probablemente se llevaría más de una sorpresa. Los especialistas en bioética nos recuerdan que el color de la piel rara vez es lo que parece. Personas que parecen blancas pueden tener una mayoría de antepasados africanos; personas que parecen negras pueden tener una mayoría de antepasados europeos. España puede apreciar especialmente esta circunstancia. Nuestro pasado es un entramado de razas, credos y culturas. Por aquí han pasado y se han establecido celtas, íberos, romanos, visigodos de centroeuropa, moros del norte de África, cartagineses y fenicios, judíos de todas partes.
También la expansión colonial española favoreció los matrimonios interraciales en América. Es conocida la historia entre Cortés y la india Malinche. El inca Garcilaso, el gran cronista de la conquista de Florida, era hijo de un capitán español y una princesa andina. De hecho los marinos y soldados españoles, como los portugueses, tenían permiso para buscar pareja entre las nativas con el fin de colonizar, repoblar territorios diezmados por las enfermedades y expandir la influencia de la iglesia católica. En un principio esa mezcla entre la población nativa y la íbérica produjo una nueva fusión de razas. Posteriormente el comercio trasatlántico de esclavos africanos y trabajadores chinos propició que Hispanoamérica se convirtiera quizás en el pueblo más mestizo del mundo.
Pero Norteamérica, en cambio, todavía no ha terminado de reconocer su mezcla racial. Las leyes antimestizaje, que se aplicaron en Alemania bajo la dominación nazi y en Sudáfrica durante el apartheid, en EEUU estuvieron vigentes en una serie de estados hasta 1967. Sin embargo, la explosión de las minorías, la globalización y la emigración ha hecho inevitable la mezcla interracial. El color de la piel es hoy un indicador poco de fiar. ¿No es hora ya de que dejemos de recurrir a etiquetas que dan carta de naturaleza a la separación de razas? ¿No debería el lenguaje dar un paso adelante?
El fenómeno Obama se presenta así como claro ejemplo de nostalgia por el líder carismático, ese peligroso sentimiento que nos hace rememorar tiempos no demasiado amables ni lejanos, pero presente también y muy arraigado en las actuales sociedades democráticas, acaso tan totalitarias como aquellas. En tiempo de crisis proliferan los discursos que invitan a la empresa común, a remar en la misma dirección, a arrimar el hombro, esto es una constante histórica. Y la trampa de aplaudir al gobernante sólo porque pretende liderar a un pueblo unido en un objetivo común, como las hordas primitivas. El famoso y manoseado lema de Kennedy (de quien Obama se declara acérrimo seguidor, y de Jefferson y de Lincoln, aquel tipo estirado que toda su vida se esforzó en posponer el derecho de voto para los emancipados negros, no fueran a equivocarse al ejercerlo): “no pienses en lo que tu país puede hacer por ti, sino en lo que tú puedes hacer por tu país”, parte en realidad de una premisa totalitaria. La sociedad libre no tiene objetivos comunes, lo que tiene son reglas comunes, respetando las cuales cada individuo es libre de perseguir sus propios objetivos.
No disimules, Obama, que no eres negro.