Libros para niños escritos por genios literarios

Eliot, Tolstoi, Woolf, Wilde y muchos otros brillantes autores que amamos dedicaron un poco de su tiempo a escribir maravillosos relatos infantiles, aquí algunos de ellos.

¿Qué niño no ama un cuento antes de dormir? Aquí te presentamos trece libros por grandísimos autores, (el creador de James Bond y una increíble artista surrealista) para que disfrutes de la hora de la lectura con tus hijos y para que gocen de maravillosos mundos imaginarios guiados por los mejores autores del mundo.

T.S. Eliot: El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum

Este autor, mejor conocido por sus poemas modernistas como “La Tierra Baldía”, también dedicó parte de su tiempo a escribir maravillosos poemas para niños. A lo largo de la década de los treinta, Eliot escribió poemas sobre gatos en cartas para sus ahijados.

El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum inspiró a Andrew Lloyd Webber a escribir Cats, el musical.

Virginia Woolf: La viuda y el loro

En 1923 Woolf escribió la enternecedora historia de amor y compasión entre una viuda y el loro de su hermano difunto. Juntos descubren alegría y amistad al trabajar juntos para conseguir un tesoro.

Woolf escribió el libro a petición de sus sobrinos, ya que querían incluir un cuento escrito por ella en el diario familiar, The Charleston Bulletin.

León Tolstoi: Fabulas y Cuentos de Hadas

Reconocido por ser uno de los más grandes novelistas de la historia, y por escribir Ana Karénina y  Guerra y Paz, Tolstoi también adoraba a los y escribió esta serie de fabulas y cuentos para una escuela que él ayudó a fundar en una zona campesina en Rusia.

Oscar Wilde: El Príncipe feliz y otros cuentos

El dandi más famoso del mundo escribió esta serie de 5 cuentos cortos para sus hijos. Al igual que El retrato de Dorian Gray, esta colección se ha vuelto un clásico literario.

Sir Salman Rushdie: Harun y el mar de las historias

El polémico autor  bestseller de origen hindú pero nacionalidad británica escribió esta colección de cuentos para su hijo.

James Joyce: El gato y el Diablo

Conocido por ser el autor de la obra maestra Ulises, este autor irlandés escribió en 1936 el cuento para su nieto Stevie.  Este después se publicó póstumamente bajo el título de El gato y el Diablo.

Aldous Huxley: Los cuervos de Pearblossom

El autor distópico de Un mundo feliz, escribió este cuento corto para su sobrina de 5 años. Se publicó cuatro años después de su muerte en 1967.

Sylvia Plath: El libro de las Camas

Este divertido y mágico cuento fue rechazado cuando fue escrito en 1959, sin embargo 13 años después del suicidio de Plath, se publicó en 1976.

John Updike: A Child’s Calendar

El ganador del premio Pullitzer mejor conocido por su libro, Corre Conejo, escribió muchos libros infantiles.

Toni Morrison: The Book of Mean People

Esta escritora conocida por sus libros Beloved, La canción de Salomón, Ojos azules, que tratan de la comunidad negra y el rol de las mujeres dentro de esa comunidad, escribió The Book of Mean people junto con su hijo Slade.

William Faulkner: El árbol de los deseos

Publicado originalmente en 1967 es el único libro para niños que el reconocido autor escribió. Lo escribió en la década de los veinte, para intentar reconquistar a su primer amor, Estelle Oldham al dárselo como regalo a su hija en su cumpleaños.

El acto funcionó, y Faulkner se casó con Estelle en 1929.

Leonora Carrington: Leche del Sueño (adaptación infantil)

La artista y escritora surrealista, Leonora Carrington, escribió e ilustró sus visiones más íntimas y entrañables en una libreta que se publica por primera vez como Leche del Sueño. Los cuentos que se incluyen en este libro son aquellos que esta impresionante mujer ideó para contar a sus hijos, el libro incluye las ilustraciones originales por la artista.

Ian Flemming: Chitty Chitty Bang Bang

El creador de James Bond puede no ser considerado como un genio literario, sin embargo, su serie de librosChitty Chitty Bang Bang es genial para todos los niños.

Con información de Buzzfeed

Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013

Alice Ann Munro, de soltera Laidlaw (WinghamOntario10 de julio de 1931) es una narradora canadiense, sobre todo de relatos; está considerada como una de las escritoras actuales más destacadas en lengua inglesa. En 2013, le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura.

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Biografía

Alice Munro nació en Wingham, Ontario, en julio de 1931. Vivió primero en una granja al oeste de esa zona canadiense, en una época de depresión económica; esta vida tan elemental fue decisiva como trasfondo en una parte de sus relatos.

Conoció muy joven a Michael Munro, en la University of Western Ontario; ejerció trabajos manuales para pagarse sus estudios. Se casó en 1951, y se instalaron en Vancouver. Tuvo su primera hija a los 21 años. Luego, ya con sus tres hijas, en 1963 se trasladó a Victoria, donde llevó con su marido una librería.

Se divorció en 1972, y al regresar a su estado natal se convirtió en una fructífera escritora-residente en su antigua universidad. Volvió a casarse en 1976, con Gerald Fremlin. A partir de entonces, consolidó su carrera de escritora, ya bien orientada. En 2013 ganó el Premio Nobel de Literatura.

La escritora

Se había iniciado de joven con cuentos (escritos desde 1950), escritos en el poco tiempo que había tenido hasta entonces, así como había publicado dos recopilaciones de relatos y una novela.

Antes de 1976, escribió Dance of the Happy Shades (1968), sus primeros cuentos, algunos muy tempranos en su vida1 ; pero también la importante novela Las vidas de las mujeres (1971), y los relatos entrelazados Something I’ve Been Meaning to Tell You (1974).

Demasiada-felicidad

Luego, publicó nuevas colecciones de relatos The Beggar Maid (1978), Las lunas de JúpiterThe Progress of Love (1986), Amistad de juventud y Secretos a voces (1994). Ya había sido traducida al español en esa década, pero empezó a ser conocida definitivamente en nuestro siglo, con los relatos de Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) y luego con los de Escapada (2004). Se había mantenido como una escritora algo secreta.2

En La vista desde Castle Rock, 2006, hizo un balance de la historia remota de su familia, en parte escocesa, emigrada al Canadá, y describió ampliamente las dificultades de sus padres. Su libro se alejaba un punto de su modo expresivo anterior. Por entonces, habló de retirarse, pero la publicación del excelente Demasiada felicidad (nuevos cuentos, aparecidos en 2009), lo desmintió.

Además, en 2012 ha publicado otro libro de relatos —con el rótulo Dear Life (Mi vida querida)—, son cuentos más despojados y más centrados en el pretérito.3 En su última sección se detiene en un puñado de recuerdos personales, que pueden verse como una especie de confesión definitiva de la autora, pues son «las primeras y últimas cosas -también las más fieles-, que tengo que decir sobre mi propia vida».4

Munro, que no se ha prodigado en la prensa, ha reconocido el influjo inicial de grandes escritoras —Katherine Anne PorterFlannery O’ConnorCarson McCullers o Eudora Welty—, así como de dos narradores: James Agee y especialmente William Maxwell. Sus relatos breves se centran en las relaciones humanas analizadas a través de la lente de la vida cotidiana. Por esto, y por su alta calidad, ha sido llamada «la Chéjov canadiense».

Valoraciones

Alice Munro ha sido tres veces ganadora del premio canadiense a la creación literaria, «Governor General’s Literary Awards».

Fue entrevistada extensamente por la célebre y selecta publicación The Paris Review, en 1994. En 1998, Alice Munro fue premiada con National Book Critics Circle estadounidense, por El amor de una mujer generosa. Es una de las autoras principales de su lengua, y en la literatura actuales.

En España fue galardonada con el Premio Reino de Redonda en 2005. Ha sido traducida hoy a trece lenguas; una de ellas es el sueco. Ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013

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Obras

  • Dance of the Happy Shades, 1968, cuentos.
  • Lives of Girls and Women, 1971, novela. Las vidas de las mujeres, Lumen, 2011.
  • Something I’ve Been Meaning to Tell You, 1974, relatos entrelazados
  • The Beggar Maid (aparecido antes como Who Do You Think You Are?), 1978, cuentos.
  • The Moons of Jupiter, 1982. Tr.: Las lunas de Júpiter, De Bolsillo, 2010, cuentos.
  • The Progress of Love, 1986. Tr.: El progreso del amor, RBA, 2009, cuentos.
  • Friend of My Youth, 1990. Tr.: Amistad de juventud, De Bolsillo, 2010, cuentos.
  • Open Secrets, 1994. Tr.: Secretos a voces, RBA, 2008, cuentos.
  • The Love of a Good Woman, 1998. Tr.: El amor de una mujer generosa, RBA, 2009, cuentos.
  • Hateship, Friendship, Courtship, Loveship, Marriage, 2001. Tr.: Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio, RBA, 2007, cuentos.
  • Runaway, 2004. Tr.: Escapada, RBA, 2005, cuentos.
  • The View from Castle Rock, 2006. Tr.: La vista desde Castle Rock, RBA, 2008, relatos enlazados sobre su familia.
  • Too Much Happiness, 2009. Tr.: Demasiada felicidad, Lumen, 2010, cuentos.
  • Dear Life, 2012. Tr.: Mi vida querida, Lumen, 2013, cuentos.

Referencias

  • Entrevista con A.M en The Paris Review, 1994.
  • Sheila Munro, Lives of Mothers and Daughters: Growing up with Alice Munro, Toronto, McClelland & Stewart, 2001, memorias de su hija.
  • Robert Thacker, Alice Munro: Writing Her Lives, Douglas Gibson Books, 2005, biografía.

El vasco que humilló a los ingleses, Arturo Pérez-Reverte

Hace doce años, cuando escribía La carta esférica, tuve en las manos una medalla conmemorativa, acuñada en el siglo XVIII, donde Inglaterra se atribuía una victoria que nunca ocurrió. Como lector de libros de Historia estaba acostumbrado a que los ingleses oculten sus derrotas ante los españoles -como la del vicealmirante Mathews en aguas de Tolón o la de Nelson cuando perdió el brazo en Tenerife-, pero no a que, además, se inventen victorias. Aquella pieza llevaba la inscripción, en inglés: El orgullo de España humillado por el almirante Vernon; y en el reverso: Auténtico héroe británico, tomó Cartagena -Cartagena de Indias, en la actual Colombia- en abril de 1741. En la medalla había grabadas dos figuras. Una, erguida y victoriosa, era la del almirante Vernon. La otra, arrodillada e implorante, se identificaba como Don Blass y aludía al almirante español Blas de Lezo: un marino vasco de Pasajes encargado de la defensa de la ciudad. La escena contenía dos inexactitudes. Una era que Vernon no sólo no tomó Cartagena, sino que se retiró de allí tras recibir las suyas y las del pulpo. La otra consistía en que Blas de Lezo nunca habría podido postrarse, tender la mano implorante ni mirar desde abajo de esa manera, pues su pata de palo tenía poco juego de rodilla: había perdido una pierna a los 17 años en el combate naval de Vélez Málaga, un ojo tres años después en Tolón, y el brazo derecho en otro de los muchos combates navales que libró a lo largo de su vida. Aunque la mayor inexactitud de la medalla fue representarlo humillado, pues Don Blass no lo hizo nunca ante nadie. Sus compañeros de la Real Armada lo llamaban Medio hombre, por lo que quedaba de él; pero los cojones siempre los tuvo intactos y en su sitio. Como los del caballo de Espartero.

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La vida de ese pasaitarra -mucho me sorprendería que figure en los libros escolares vascos, aunque todo puede ser- parece una novela de aventuras: combates navales, naufragios, abordajes, desembarcos. Luchó contra los holandeses, contra los ingleses, contra los piratas del Caribe y contra los berberiscos. En cierta ocasión, cercado por los angloholandeses, tuvo que incendiar varios de sus propios barcos para abrirse paso a través del fuego, a cañonazos. En sólo dos años, siendo capitán de fragata, hizo once presas de barcos de guerra enemigos, todos mayores de veinte cañones, entre ellos el navío inglés Stanhope. En los mares americanos capturó otros seis barcos de guerra, mercantes aparte. También rescató de Génova un botín secuestrado de dos millones de pesos, y participó en la toma de Orán y en el posterior socorro de la ciudad. Después de ésas y otras muchas empresas, nombrado comandante general del apostadero naval de Cartagena de Indias, a los 54 años, y tras rechazar dos anteriores tentativas inglesas contra la ciudad, hizo frente a la fuerza de desembarco del almirante Vernon: 36 navíos de línea, 12 fragatas y varios brulotes y bombardas, 100 barcos de transporte y 39.000 hombres. Que se dice pronto.

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He visto dos retratos de Edward Vernon, y en ambos -uno, pintado por Gainsborough- tiene aspecto de inglés relamido, arrogante y chulito. Con esa vitola y esa cara, uno se explica que vendiera la piel antes de cazar el oso, haciendo acuñar por anticipado las medallas conmemorativas de la hazaña que estaba dispuesto a realizar. Pese a que a esas alturas de las guerras con España todos los marinos súbditos de Su Graciosa sabían cómo las gastaba Don Blass, el cantamañanas del almirante inglés dio la victoria por segura. Sabía que tras los muros de Cartagena, descuidados y medio en ruinas, sólo había un millar de soldados españoles, 300 milicianos, dos compañías de negros libres y 600 auxiliares indios armados con arcos y flechas. Así que bombardeó, desembarcó y se puso a la faena. Pero Medio hombre, fiel a lo que era, se defendió palmo a palmo, fuerte a fuerte, trinchera a trinchera, y los navíos bajo su mando se batieron como fieras protegiendo la entrada del puerto. Vendiendo carísimo el pellejo, bajo las bombas, volando los fuertes que debían abandonar y hundiendo barcos para obstruir cada paso, los españoles fueron replegándose hasta el recinto de la ciudad, donde resistieron todos los asaltos, con Blas de Lezo personándose a cada instante en un lugar y en otro, firme como una roca. Y al fin, tras arrojar 6.000 bombas y 18.000 balas de cañón sobre Cartagena y perder seis navíos y nueve mil hombres, incapaces de quebrar la resistencia, los ingleses se retiraron con el rabo entre las piernas, y el amigo Vernon se metió las medallas acuñadas en el ojete.

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Blas de Lezo murió pocos meses después, a resultas de los muchos sufrimientos y las heridas del asedio, y el rey lo hizo marqués a título póstumo. Creo haberles dicho que era vasco. De Pasajes, hoy Pasaia. A tiro de piedra de San Sebastián. O sea, Donosti. Pues eso.

 

Fuente: http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/553/el-vasco-que-humillo-a-los-ingleses/

Un hombre recibe un disparo durante una discusión sobre el filósofo Kant

Un hombre ha recibido un disparo en el curso de una discusión sobre las teorías del filósofo alemán Immanuel Kant (del siglo XVIII) en una bodega de la ciudad de Rostov del Don, en el sur de Rusia.

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El tiroteo se desencadenó durante una discusión entre dos hombres sobre el autor de la ‘Crítica de la Razón Pura’, según ha informado la Policía, citada por la agencia estatal de noticias RIA Novosti.

«En el curso del tiroteo, el sospechoso echó manos a una pistola de balas de goma y disparó a su oponente», han añadido las fuentes. Un hombre ha sido detenido y la víctima ha sido trasladada a un hospital. Su vida no corre peligro.

Kant residió en Koenigsberg, por entonces en Prusia y actualmente situada en Rusia con el nombre de Kaliningrado. Los rusos son aficionados a las discusiones sobre filosofía e historia, en ocasiones bajo los efectos del alcohol, pero no es nada frecuente que deriven en actos tan graves.

 

Según los testigos, el incidente se desarrolló más o menos así:

-¡Qué imperativo categórico ni que pollas empíricas, eso no me lo dices tú en la calle!
-¡Tú lo que pasa es que no aceptas la crítica de la razón pura y te quedas en una visión cartesiana de la realidad sensible!
-¡Mira, la contraposición entre el fenómeno y el noúmeno me la paso yo por el forro del deber en sí!
-¿Sí? Pues me parece de una estética poco trascendente… Toma proyectil en el espacio tiempo.

Fuente: el Economista.es

http://ecodiario.eleconomista.es/rusia/noticias/5146857/09/13/Un-hombre-sufre-un-disparo-durante-una-discusion-sobre-el-filosofo-Kant.html

Sade petrarquista

Carta del marqués de Sade a su esposa Renèe durante su encierro en el castillo de Vincennes. La Laura del sueño es Laura de Noves o de Sade, musa de Petrarca y antepasada del marqués:

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Mi único consuelo aquí es Petrarca. Lo leo con deleite, con una pasión sin igual ¡Qué bien escrito está el libro! Laura me da vueltas en la cabeza. Soy como un niño. Leo todo el día sobre ella y sueño con ella toda la noche. Escucha lo que soñé anoche con ella, mientras el mundo seguía ajeno a mí. Era más o menos medianoche. Acababa de quedarme dormido con la vida de Petrarca en la mano. De repente se me apareció. ¡La vi! El horror de la tumba no había deslucido su belleza, y sus ojos despedían el mismo fuego que cuando Petrarca los alabó. Iba vestida de crespón negro, con su hermosa cabellera rubia suelta con despreocupación. «¿Por qué os quejáis en la tierra? — me preguntó. Venid conmigo. No hay males, no hay dolor, no hay problemas en la vasta extensión que yo habito. Tened el valor de seguirme allí». Al oír estas palabras, me postré a sus pies, diciendo: «¡Oh, madre mía!». Y mi voz quedó ahogada por los sollozos. Ella me tendió la mano y yo la bañé con mis lágrimas; ella también lloró. «Cuando yo moraba en el mundo que vos odiáis —dijo—, me gustaba contemplar el futuro; conté a mis descendientes hasta llegar a vos, y no encontré a otro tan infeliz como vos».