Descubierto un nuevo Sistema Solar, ¿una segunda Tierra?

Descubierto un nuevo sistema solar similar al nuestro: ¿hogar de una segunda Tierra?

Astrofísicos europeos han descubierto un sistema solar muy similar al nuestro, en el que siete planetas orbitan alrededor del astro KOI-351, según el Centro Alemán de Cosmonáutica y Aeronáutica.

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«Ningún otro sistema planetario evidencia una coincidencia semejante con la arquitectura de nuestro hogar cósmico» , explicó el astrofísico del Instituto de Investigación Plantearia de Berlín Juan Cabrera.

«Tal como en nuestro sistema solar, en las órbitas internas hay planetas telúricos de un tamaño similar al de la Tierra y en las órbitas más externas, gigantes gaseosos similares a Júpiter y Saturno», declaró el científico.

«Hemos de subrayar lo importante que es este descubrimiento. Es un gran paso en la búsqueda de un gemelo de nuestro sistema solar y por lo tanto también de una segunda Tierra», añadió.

Los siete planteas detectados por Cabrera y su equipo orbitan alrededor de la estrella KOI-351. Cuatro de ellos tienen periodos orbitales de entre 7, 9, 92 y 125 días y los de los otros tres son de 331, 211 y 60 días, similares a los de la Tierra, Venus y Mercurio.

El planeta más alejado de este sistema solar gira alrededor del astro a una distancia de 150 millones de kilómetros, una distancia similar a la existente entre la Tierra y el Sol, indicó Cabrera.

«Lo que ha llamado la atención en este sistema es que está ordenado. Su arquitectura es muy similar a la de nuestro sistema solar. Ese es el principal interés: este nuevo sistema nos puede ayudar a entender cómo se formó el nuestro», apunta el científico.

Las conclusiones del estudio han sido publicadas en la revista científica ‘Astrophysical Journal’.

Conquista de América: ni expolio ni genocidio

Comparar la conquista de América con el genocidio nazi es algo que no sostiene ningún historiador serio. La verdad es que España no planeó ni ejecutó ningún plan genocida. El lamentable derrumbe de la población indígena –que nadie niega– no está ligado sólo a los enfrentamientos bélicos con los conquistadores, sino a una variedad de causas, entre las que sobresale la del contagio por enfermedades, en especial la viruela. La acusación de genocidio como causa de despoblación, que pretende equiparar la conquista de América con el holocausto nazi, no resiste las investigaciones rigurosas de historiadores modernos, no necesariamente hispanófilos. Al contrario, la política española de repartimiento de tierras y las encomiendas es tenida, de forma prácticamente unánime, como antídotos que se aplican tratando de evitar la despoblación, con mayor o menor fortuna.

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La verdad es también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles –mayas, incas y aztecas– lo eran a expensas de los anteriores dueños, a quienes habían invadido y desplazado. Antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Una ley claramente discriminatoria distinguía entre pudientes y esclavos, siendo el abuso, la explotación y el despojo las prácticas habituales, debido a la ausencia de cualquier legislación que regulase los derechos indígenas. Y ésta fue la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes –carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, etc.– se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento.

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Invitaría a los detractores de la conquista a consultar las leyes de Burgos, promulgadas en 1512. En ellas se considera al indio de América un ser “libre y racional”, se reglamenta su trabajo y se les reconoce un descanso de cuarenta días después de cada periodo de cinco meses, eximiéndose del trabajo a las mujeres embarazadas. También se fija su derecho a recibir alimentos, casa y vestidos. Esta ley inaugura un bloque que constituiría ya por aquellos años un verdadero “estatuto indígena”. Invito a leer a Bartolomé de las Casas o al emperador Carlos I que, horrorizado ante los excesos, ordenó promulgar en Barcelona las Leyes Nuevas, ya en 1542, que recogen derechos de los indígenas e intentan poner coto a los abusos. ¿Saben los detractores de la conquista de América y defensores de la Revolución jacobina que para la abolición de la esclavitud en Francia se citaron textualmente artículos de las Leyes de Indias promulgadas 300 años antes en la España imperial?

Aportes Españoles en la Conquista de América y aportes americanos a Europa

Los españoles aportaron a sus posesiones en América, una serie de elementos técnicos comunes a las civilizaciones euro-asiáticas, que hicieron pasar al continente americano de la Edad de Piedra en que se encontraba en el momento del descubrimiento al siglo XVI europeo, en un tiempo asombrosamente corto. Entre ellos:

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-El caballo, que reavivó a las comunidades cazadoras de las praderas estadounidenses hasta el siglo XIX y las de ciertos pueblos sudamericanos: mapuches, pampeanos, etc. Y con el caballo, sillas de montar y toda clase de artesanía del cuero.

-El ganado ovino.

-El ganado bovino, incluyendo el bravo.

-La vid, de cuyas cepas descienden hoy las producciones vinícolas de Chile, Argentina y California. El vinagre.

-Las legumbres (judías, garbanzos, lentejas)

-El arroz, almendras, ajos, cebollas, ciruelas pasas (y demás frutos secos).

-El trigo, originario de la antigua Mesopotamia.

-Sebo, alquitrán.

El olivo, las aceitunas, el aceite de oliva.

-La rueda como elemento de trabajo y transporte, pues algunas culturas americanas ya hacían uso de ellas en juguetes, y probablemente en otras áreas técnicas que se han perdido.

-El hierro: la forja, la rejería.

-Las armas de fuego.

-La pólvora inventada por los chinos.

-El limón, originario del sudeste de Asia, que fue llevado a Europa durante las Cruzadas.

-El azúcar llevada desde Medio Oriente al entonces territorio conocido como Al-Ándalus durante las Cruzadas.

-El lino, el cáñamo.

-La seda.

-La imprenta moderna fue llevada por los españoles a América ya en la primera mitad del siglo XVI.

-El calendario juliano y, posteriormente, el calendario gregoriano (1583).

-El café, esencial para la producción de países como Brasil o Colombia.

 

No incluyo otros aspectos cruciales como los derechos laborales, la universidad, las catedrales, la lengua, la religión, los avances científicos, arte de la estrategia militar, la construcción de ciudades, etc, que me parecen capítulo aparte. Antes de la llegada de los españoles, las sociedades americanas eran caciquiles (cacique es palabra americana) No existían los derechos laborales, sólo la esclavitud. Los españoles regulan el derecho al trabajo, las mujeres embarazadas no trabajan, por ejemplo, con el fin de repoblar. Pero estos aspectos los trataremos en otra sección.

 

Por su parte, los españoles llevaron al que denominaban Viejo Mundo (Europa, Asia y África) una serie de elementos técnicos desarrollados por las culturas precolombinas. Entre ellos:
-Jeroglífico maya para el cero, año 36 a. C. Las civilizaciones mesoamericanas desarrollaron unas matemáticas avanzadas. Utilizándolas, los religiosos hispanos mejoraron el calendario gregoriano.

-El maíz.

-El tomate, que se volvería fundamental en la cocina italiana.

-La patata, básica en la alimentación en Europa y muy útil en épocas de carestía.

-La batata.

-La vainilla.

-El pimiento, que se volvió esencial en la comida tailandesa e india.

-El tabaco.

-El cacao y el chocolate, muy solicitados.

-Técnicas de entretejido textil.

-El caucho («cautchuc», impermeable en maya) y el látex.

El vasco que humilló a los ingleses, Arturo Pérez-Reverte

Hace doce años, cuando escribía La carta esférica, tuve en las manos una medalla conmemorativa, acuñada en el siglo XVIII, donde Inglaterra se atribuía una victoria que nunca ocurrió. Como lector de libros de Historia estaba acostumbrado a que los ingleses oculten sus derrotas ante los españoles -como la del vicealmirante Mathews en aguas de Tolón o la de Nelson cuando perdió el brazo en Tenerife-, pero no a que, además, se inventen victorias. Aquella pieza llevaba la inscripción, en inglés: El orgullo de España humillado por el almirante Vernon; y en el reverso: Auténtico héroe británico, tomó Cartagena -Cartagena de Indias, en la actual Colombia- en abril de 1741. En la medalla había grabadas dos figuras. Una, erguida y victoriosa, era la del almirante Vernon. La otra, arrodillada e implorante, se identificaba como Don Blass y aludía al almirante español Blas de Lezo: un marino vasco de Pasajes encargado de la defensa de la ciudad. La escena contenía dos inexactitudes. Una era que Vernon no sólo no tomó Cartagena, sino que se retiró de allí tras recibir las suyas y las del pulpo. La otra consistía en que Blas de Lezo nunca habría podido postrarse, tender la mano implorante ni mirar desde abajo de esa manera, pues su pata de palo tenía poco juego de rodilla: había perdido una pierna a los 17 años en el combate naval de Vélez Málaga, un ojo tres años después en Tolón, y el brazo derecho en otro de los muchos combates navales que libró a lo largo de su vida. Aunque la mayor inexactitud de la medalla fue representarlo humillado, pues Don Blass no lo hizo nunca ante nadie. Sus compañeros de la Real Armada lo llamaban Medio hombre, por lo que quedaba de él; pero los cojones siempre los tuvo intactos y en su sitio. Como los del caballo de Espartero.

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La vida de ese pasaitarra -mucho me sorprendería que figure en los libros escolares vascos, aunque todo puede ser- parece una novela de aventuras: combates navales, naufragios, abordajes, desembarcos. Luchó contra los holandeses, contra los ingleses, contra los piratas del Caribe y contra los berberiscos. En cierta ocasión, cercado por los angloholandeses, tuvo que incendiar varios de sus propios barcos para abrirse paso a través del fuego, a cañonazos. En sólo dos años, siendo capitán de fragata, hizo once presas de barcos de guerra enemigos, todos mayores de veinte cañones, entre ellos el navío inglés Stanhope. En los mares americanos capturó otros seis barcos de guerra, mercantes aparte. También rescató de Génova un botín secuestrado de dos millones de pesos, y participó en la toma de Orán y en el posterior socorro de la ciudad. Después de ésas y otras muchas empresas, nombrado comandante general del apostadero naval de Cartagena de Indias, a los 54 años, y tras rechazar dos anteriores tentativas inglesas contra la ciudad, hizo frente a la fuerza de desembarco del almirante Vernon: 36 navíos de línea, 12 fragatas y varios brulotes y bombardas, 100 barcos de transporte y 39.000 hombres. Que se dice pronto.

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He visto dos retratos de Edward Vernon, y en ambos -uno, pintado por Gainsborough- tiene aspecto de inglés relamido, arrogante y chulito. Con esa vitola y esa cara, uno se explica que vendiera la piel antes de cazar el oso, haciendo acuñar por anticipado las medallas conmemorativas de la hazaña que estaba dispuesto a realizar. Pese a que a esas alturas de las guerras con España todos los marinos súbditos de Su Graciosa sabían cómo las gastaba Don Blass, el cantamañanas del almirante inglés dio la victoria por segura. Sabía que tras los muros de Cartagena, descuidados y medio en ruinas, sólo había un millar de soldados españoles, 300 milicianos, dos compañías de negros libres y 600 auxiliares indios armados con arcos y flechas. Así que bombardeó, desembarcó y se puso a la faena. Pero Medio hombre, fiel a lo que era, se defendió palmo a palmo, fuerte a fuerte, trinchera a trinchera, y los navíos bajo su mando se batieron como fieras protegiendo la entrada del puerto. Vendiendo carísimo el pellejo, bajo las bombas, volando los fuertes que debían abandonar y hundiendo barcos para obstruir cada paso, los españoles fueron replegándose hasta el recinto de la ciudad, donde resistieron todos los asaltos, con Blas de Lezo personándose a cada instante en un lugar y en otro, firme como una roca. Y al fin, tras arrojar 6.000 bombas y 18.000 balas de cañón sobre Cartagena y perder seis navíos y nueve mil hombres, incapaces de quebrar la resistencia, los ingleses se retiraron con el rabo entre las piernas, y el amigo Vernon se metió las medallas acuñadas en el ojete.

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Blas de Lezo murió pocos meses después, a resultas de los muchos sufrimientos y las heridas del asedio, y el rey lo hizo marqués a título póstumo. Creo haberles dicho que era vasco. De Pasajes, hoy Pasaia. A tiro de piedra de San Sebastián. O sea, Donosti. Pues eso.

 

Fuente: http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/553/el-vasco-que-humillo-a-los-ingleses/

C.I. de los grandes genios

Basándose en los aportes que han hecho a la humanidad algunas figuras históricas, una psicóloga norteamericana realizó hace unos años un estudio de personajes históricos para calcular su CI. Puesto que eran personajes históricos y no se les podía pasar un test de inteligencia, eligió a personajes que tuvieran una biografía completa, que permitiera estudiar su vida, su obra y sus habilidades mentales con todo detalle.

Genios
Quien ocupó el primer lugar en su estudio fue Goethe, el poeta alemán. Goethe obtuvo un CI de 210 puntos, es decir, duplicó lo normal. El segundo personaje fue Newton, con un CI de 190 puntos. En realidad este científico está considerado como el mayor científico del mundo. Con el mismo coeficiente que Newton salió Voltaire.
El cuarto lugar lo ocupó Galileo, con un CI de 185. El quinto lugar, muy cercano, con un CI de 180, lo ocuparon dos grandes personajes: Leonardo da Vinci y René Descartes. Un ejemplo notable, con un CI levemente menor que los anteriores, lo obtuvo un genio de la música: Mozart. Este músico compuso sus primeras obras cuando tenía cinco años.
Otros personajes que abarcó la investigación fueron Kant, el filósofo, con un CI de 175. Franklin con 160, Napoleón con 145 y Washington con 140. En nuestra época, el astronauta que puso el primer pie en la Luna, Neil Armstrong, fue medido en forma rigurosa con los más sofisticados test de inteligencia por la Nasa. Obtuvo un CI de 139. Esta fue una de las razones por las que la agencia espacial lo designó para esa delicada misión.
Hoy en día parece claro que para que aparezca la genialidad deben darse ciertas condiciones. En primer lugar debe existir una dotación genética. Y en segundo lugar, tienen que darse las condiciones medioambientales, especialmente en la niñez, para que el genio pueda poner en ejecución su talento. De lo contrario la genialidad -o cualquier talento especial- puede atrofiarse o perderse.

Fuente: http://psicologiaunap.blogspot.com.es/2007/12/coeficiente-intelectual-de-los-grandes.html