Tal día como hoy de 1212 tuvo lugar la famosa batalla de las Navas de Tolosa, en las inmediaciones de Despeñaperros, Jaén, un avance decisivo en la llamada Reconquista y en la unificación de España, episodio que no parece despertar el menor interés entre unas autoridades incapaces de mirar más allá de sus ombligos y poltronas y de llegar a acuerdos de gobierno desde hace ocho meses y lo que queda, y eso si nos limitamos sólo a las recientes elecciones. Quizá se deba este rechazo a que en aquella batalla lucharon juntos castellanos, catalanes y vascos; o quizá a que hace tantos siglos ya existía entre todos ellos una actitud solidaria y consciente de formar parte de un mismo pueblo, al que probablemente ya entonces llamaban España, al menos desde tiempos de San Isidoro, siglos antes de los Reyes Católicos. ¿Cómo? ¿habitantes de una misma tierra echando a un lado sus rencillas e intereses particulares y combatiendo unidos en una gran empresa común? ¿hay algo más contrario a los intereses de los actuales partidos de colores? Ya decía nuestro pobre Nietzsche que la memoria histórica sólo llega hasta el abuelo. O algo así, decía.
La batalla de las Navas y un gobierno en disfunciones
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