En un concurso organizado en el año 2000 por Financial Times, Bibendum, el muñeco de Michelin, se batió con otros 25 iconos de marcas, entre los que figuraban algunos tan conocidos como el incombustible conejo de Duracell o Tony, el tigre zampacereales. Un jurado de expertos eligió a Bibendum como el mejor icono publicitario del siglo XX, el monigote más popular y querido de los anuncios.
El muñeco de Michelin, nació en 1898 como imagen corporativa de la marca. Al principio, el orondo personaje era un crápula, un ser pendenciero e irreverente. Fumaba como un carretero, bebía con ceremonia, alzando su copa llena de tornillos y cristales (haciendo honor al origen de su etílico nombre, nunc est bibendum), y en la mesa no se privaba de nada. Hoy, 114 años después, los publicistas de Michelin han adaptado a los nuevos tiempos la fisionomía, los atributos y hasta los hábitos del simpático gordinflón que dio nombre al exceso de grasa en la barriga, hasta convertirlo en un tipo amable, solidario, saludable y muy ecológico. Como dicen los publicistas “la gran virtud de la publicidad es saber adaptarse al espíritu de la época, mantener el contacto con el presente”. Quién sabe, el día menos pensado quizá podamos encontrarnos con el bueno de Bibendum, armado con tacón de aguja, medias y liguero, saliendo alegremente del armario de las bujías…