El sueño del chamán que hacía cine
Alejandro Jodorowsky no quería que su adaptación de Dune -la famosa novela de Frank Herbert publicada en 1962 que se había convertido en una obra de culto entre los amantes de la ciencia-ficción- fuese una película más. Hacia 1973 el polifacético chileno estaba ya introducido en el mundo del séptimo arte con una breve pero peculiar y transgresora filmografía, y al descubrir la obra de Herbert decidió que esa iba a ser la materia prima para su película definitiva, su obra maestra. Dune tenía no pocas concomitancias con el pensamiento y la filosofía del chileno afincado en en París: la historia de universo irreal (futuro) que sufre una metamorfosis basada en un cambio total de su orden físico y metafísico, propiciado por la llegada de un mesías. El sustrato espiritual, filosófico y religioso de la novela fue lo que Jodorowsky quiso desarrollar y mostrar en su adaptación en todo su esplendor, para el lo más poderosamente atrayente de la historia. Había encontrado un relato que conectaba perfectamente con su pensamiento y se veía con la obligación de apropiarse de ella, ofreciendo una visión muy personal. Estaba dispuesto a reinventar la historia- respetando su espíritu y esencia- para adaptarla mejor a su peculiar filosofía esotérico-religiosa. El mismo Jodorowsky ya mostró su declaración de intenciones en el histórico artículo de la mítica revista de ciencia-ficción francesa Metal Hurlant, publicado en 1982 cinco años después de que tras varios e improductivos años de trabajo el proyecto se fuese al traste: Los cabalistas hablan de una consciencia colectiva, una especie de meta-universo. Y ahí esta todo lo que para mi significaba el proyecto Dune. Para mostrar el proceso de iluminación de un héroe, después de un pueblo, después de un planeta entero, el cual se convierte esta vez en el Mesías del Universo al abandonar su órbita, el planeta sagrado se dispone a extender su luz a través de las galaxias;. Lo más sorprendente del asunto es que Jodorowsky solo conocía Dune de oídas y de la lectura de críticas, aún no había leído el libro cuando tomo la decisión de hacer una versión cinematográfica.
El sueño de Alejandro Jodoroswky nunca se pudo hacerse realidad debido a su falta de experiencia con superproducciones (un filme de ciencia ficción en los 70, antes de La Guerra de las Galaxias sería carísimo), sus encuentros con Salvador Dalí, quien iba a intervenir como actor en el filme son, y el desinterés de la industria hollywoodense quien rechazó rotundamente el proyecto por extraño, costoso y por tener un plantel técnico y financiero mayoritariamente europeo. Años mas tarde, como es sabido, Dune, de Frank Herbert, vería la luz como filme de la mano del siempre controvertido David Lynch, en 1984, en una versión mucho más fiel y menos transgresora (aunque también algo arty) que la pretendida por Jodo.
Recibiendo un mito.
Poco imaginaba el escritor norteamericano Frank Herbert (1920-1984), que su obra magna, publicada en 1962, iba a ser adaptada por un tipo que tomó esa decisión sin haber leído el libro y que tras, según el, oír una voz divina que le decía; “tu próxima película será Dune”;, se levantó súbitamente una madrugada y se fue a las seis de la mañana a una librería a esperar que abriese para adquirir un ejemplar de la novela. Según el propio Jodo afirma, se leyó sus mas de 600 páginas en un día y acto seguido inició las gestiones para la adaptación cinematográfica. Dune ya era considerada en aquel entonces -1973- una obra clásica de ciencia ficción y era amada por los seguidores del género, aunque en esa época no se puede decir que la ficción científica fuese muy popular en el campo de al literatura, por lo que no era una obra excesivamente conocida. Herbert ya había publicado en 1969 una continuación, a la que seguirán cuatro más hasta la muerte del autor. Una historia entre espiritual, ecológica, ética y filosófica que revolucionó el concepto de ciencia ficción y que sigue siendo fascinante y muy leída en nuestros días. Su atmósfera entre barroca y onírica sigue siendo estéticamente fascinante y sin excesivas reinterpretaciones calsaba muy bien con el universo mental del chileno.
Los derechos de la novela para llevarla al cine ya habían sido adquiridos en 1971 por el productor estadounidense Arthur P. Jacobs, responsable último de El Planeta de los Simios, pero tras posponer su preproducción varias veces (se dice que iba a dirigirla David Lean), en 1973 fallece Jacobs y el proyecto queda aparcado.
Jodorowsky no pretendió en ningún momento ser fiel a la novela original, según sus propias palabras quiso recrearla. Para el, Dune era un mito, y como todo mito, no pertenecía a su narrador, Frank Herbert, por lo que se podía hacer con un mito lo que se deseara. Según Jodorowsky, Dune no había sido creada porque los mitos no se crean, son recibidos por el artista (en este caso Herbert), en un estadio de mediumismo, directamente desde el inconsciente colectivo Jodo quería, en definitiva, transmitir su visión del mito.
En el artículo de Metal Hurlant, Dune, le film que vouz ne verrez jamas Jodorowsky dio su visión del espíritu del proyecto y todas las dificultades que acompañaron a su fallida preproducción. Posteriormente, se han sabido datos que el autor omitió en su artículo y que no dejan tan bien parados al cineasta y sus colaboradores. Con todo, este documento es todo un clásico del estudio del cine alternativo y todo un objeto de culto de amantes del cine y la ciencia-ficción, un what if romántico y excéntrico que refleja perfectamente el espíritu y la personalidad de Alejandro Jodorowsky. Su abundante difusión por Internet da fe del hecho.
Artífices lunáticos y asesores mágicos
Jodorowsky, que en 1973 residía entre México y Nueva York, se encontraba en esta última ciudad cuando tras leer el libro llamó a Paris al joven distribuidor Michel Seydoux, quien se encargó del periplo europeo de La Montaña Sagrada, para que comprase los derechos de Dune y financiase la producción de su adaptación cinematográfica. Seydoux no tenía experiencia como productor, pero accedió y se hizo con los derechos de la obra por un precio módico. Saydoux y Jodo comprendieron que una historia de ciencia ficción necesitaba ser una gran producción y estaban dispuestos a arriesgar en el tema económico, pese a que solo existía hasta la fecha un antecedente de superproducción de ese género: 2001, una odisea espacial de Stanley Kubrik.
Diseños de Moebius para ‘Dune.
Diseño de H.R. Giger para ‘Dune.
El artista chileno ya había pensado en importantes cambios en el argumento de la adaptación y en la caracterización de los personajes con respecto a la fuente original; algunos curiosos y pintorescos, otros ingeniosos, y alguno que atentaba directamente contra elementos claves de la historia original. Se le ocurrió que el Duque Leto Atreides estaría castrado, al igual que algún personaje de la novela original como el Conde Hasmir Fenrig. Leto había inseminado a su concubina, la Dama Jessica con su propia sangre, y fruto de esa peculiar concepción nacería el protagonista de la saga, Paul Atreides, Kaitain, el planeta sede de la casa imperial Corrino sería un planeta artificial de oro donde en un palacio de arquitectura imposible residiría el Emperador Padishah Shadam IV, el cual aparece como un loco. Lo más chocante es que Jodo pone en escena en el palacio imperial a un robot idéntico al emperador el cual vive en simbiosis con el, cuando en el universo que creó Frank Herbert situado en el siglo 102 los robots y los ordenadores fueron aniquilados bastantes siglos atrás, elemento éste básico en el universo de Dune. Evidentemente, Jodorowsky no pretendió en ningún momento seguir las pautas marcadas por Herbert y prefirió guiarse por sus propias apetencias estilísticas y dramáticas. De hecho, el propio franco-chileno hizo todo lo posible por que Herbert supiese lo menos posible de su versión y por mantenerle apartado del proyecto. Pese a que Jodorowsky nunca citó ninguna declaración de Herbert sobre la revisión de su obra, ni tampoco de que ambos se hubiesen encontrado ninguna vez, parece ser que esto si ocurrió.
Planeta Kaitain (C. Foss)
Jodo también introdujo modificaciones significativas en algo tan importante en la obra como es el concepto de la especia – la sustancia que se produce en el planeta Arrakis (Dune) y que es indispensable para el orden universal- y en el final de la historia, en donde introduce la concepción de Paul Atreides, el Mesías esperado de Dune, como un héroe colectivo, como una persona que es todos los habitantes de Arrakis (los Fremen) que le han aguardado como salvador, y también su familia, la noble Casa Atreides.
Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam
A Jodorowsky le atraía mucho la idea creada por Herbert de que un planeta desértico como Arrakis-Dune, pretendía y podía convertirse en un paraíso. Estos es precisamente lo que pretende Paul Muad’dib Atreides al final de la novela. En su versión, Jodorowsky muestra ya la mágica e casi instantánea transformación del árido Dune en un planeta-jardín, en un proceso inspirado en la transmutación de la materia que pretendían los alquimistas. Jodorowsky quiso asesorarse a fondo sobre el tema para mostrar una secuencia lo más sorprendente posible y fiel con el concepto de transmutación y se puso en contacto con pintorescos alquimistas reales. El cineasta quiso que todos los conceptos que aparecían en la historia fuesen lo más veraces posibles, pese a lo a menudo extravagante de su naturaleza: la rebelión de Paul y los Fremen contra el emperador se asemejaba según Jodo a la guerrilla, y por ello contrató a un guerrillero mercenario sudamericano como asesor militar; en el rito de pasaje de Dama Jessica como Reverenda Madre Bene Gesserit esta toma el agua de la vida, con propiedades alucinógenas, y se requirió del consejo de hechiceros y curanderos para imbuir al bebedizo de un carácter chamánico, curativo y ritual. Se pensó rodar en Argelia el filme para emular el tórrido paisaje de Dune.
Jodorowsky ya tenía reservado desde el principio el papel del joven Paul para su hijo Brontis, que había intervenido en La Montaña Sagrada. No obstante, Jodo y Seydoux prefirieron pensar en el casting más adelante y se centraron, una vez adquiridos los derechos, en la parte técnica, la que iba a traer a priori mas quebraderos de cabeza. Tras trabajar en el argumento y en el tratamiento, Jodorowsky pensó que necesitaba un buen guionista que le ayudase a visualizar la historia realizando además un storyboard completo. Ante un película que iba resultar tan dinámica, un dibujante de cómics sería un buena opción y Jodorowsky ofreció entonces al genial Jean Giraud Moebius realizar un guión gráfico, a lo que el dibujante galo accedió. Esta sería la primera colaboración de Moebius y Jodorowsky, previa a la reconocida sociedad que formaron en los años 80 como creadores de cómics.
Moebius y Jodorowsky comienzan a trabajar afanosamente entre París y EE.UU en el guión y en el storyboard del film. En total, el dibujante francés realiza 3.000 dibujos entre diseños de personajes y su vestuario, escenarios y escenas del storyboard. Jodorowsky siempre se maravilló del trabajo de Giraud para la película, en especial de las imágenes del guión: Se pueden ver a los personajes viviendo, se puede seguir el movimiento de la cámara. El cineasta comienza a buscar un diseñador para las naves espaciales, dejando en claro que lo que desea son naves visualmente turbadoras, metafísicas y delirantes, en concordancia con el espíritu de una historia de ciencia-ficción original y sui géneris. Christopher Foss, famoso ilustrador británico de portadas de libros de ficción científica será el elegido. Foss se instala en París, ilusionado por trabajar por primera vez en el film (al igual que Giraud) y comienza a crear unas espectaculares naves casi orgánicas con facultades miméticas con los vivos colores de los asteroides de la película. Foss se inspiró en la forma y el colorido de los peces tropicales.
Arte y fantasía.
Para recrear el planeta Giedi Prime, la morada de los malvados y belicosos Harkonnen, Jodorowsky contrató al pintor y escultor surrealista suizo Hans Rudi Giger. Giger, que en la época en la que contacto con Jodo (hacia mediados de 1974) era el reputado autor de una obra oscura, horripilante e inquietante, diseñó varios escenarios del planeta y varias opciones para el castillo del Barón Harkonnen, que el imaginó antropomorfo a imagen y semejanza del obeso Barón. En todas ellas, de la puerta-boca del palacio humanoide surgía una gigantesca lengua-plataforma que transportaba a los personajes al interior del edificio. El horror metafísico que transmitía la obra de Giger era el mismo sentimiento que transmitía el mundo de los Harkonnen, según Jodorowsky.
H. R Giger: Palacio Harkonnen
Douglas Trumbull era la primera opción de Jodo y Seydoux como responsable de los efectos visuales, debido a su fenomenal trabajo en 2001. Pero tras un primer contacto en el que el técnico norteamericano puso en evidencia su divismo, su contratación se desestima. Los cachés de los técnicos de FX en Hollywood comienzan a ser en esa época astronómicos y entonces Jodorowsky dirige su mirada a los artesanos de la serie B. Tras meses de búsqueda, Jodorowsky descubre el film de Ci-Fi semiamateur hecho por universitarios, Dark Star, de un tal John Carpenter y atraído por el trabajo de su joven jefe de efectos y coguionista, Dan O Bannon, decide ofrecerle el puesto de responsable de FX. O Bannon, seguidor de la novela, acepta ilusionado y abrumado, ante la responsabilidad de trabajar en una superproducción.
Salvador Dalí: el emperador surrealista.
La preproducción estaba transcurriendo lenta e imprecisa; en verano de 1974, casi un año después de que se comenzara a gestar el proyecto, aún no se tenía cerrado el plantel técnico y no se había dirigido formalmente a ningún actor para formar a parte del reparto, pese a que los responsables ya involucrados trabajaban con suma ilusión, pero también con enfermiza meticulosidad, lo que hacía que la preproducción se alargase. Por esas fechas, Jodo viaja a Londres junto con Jean Paul Gibon, productor francés que se había unido al proyecto, en busca del autor de la música. Estaba claro que un film como el Dune de Jodorowsky no debía de contar con un BSO orquestal, sino con música más vanguardista, entre el Rock, el Muzak y la música electrónica, y en el RU uno podía encontrar músicos de ese tipo a patadas. No obstante, la primera opción de Jodorowsky fue el grupo francés de Rock progresivo-esotérico Magma (cuyas portadas de sus discos solía diseñar H.R Giger), famosos por la lengua ficticia que habían inventado en sus temas. En Inglaterra se entrevistaron con el propietario de la relativamente recién nacida Virgin Records, Richard Branson, cuyo catálogo incluía algunos de los grupos y solistas más innovadores en el rock del momento. Tras proponer a Branson los nombres de los alemanes Tangerine Dream, el británico Mike Oldfield o los panaeuropeos Gong, a Jodorowsky se le enciende la bombilla y propone a Gibon a Pink Floyd, por entonces el mas exitoso grupo británico. Cuando Jodo y Gibon se entrevistan por primera vez con ellos en los estudios de Abbey Road, estos, según Jodo, estaban demasiado ocupados en la grabación de un disco (que el director, en el artículo de Metal Hurlant, cita como The Dark Side of The Moon, pero no puede ser a tenor de las fechas, ya que este LP fue grabado en 1972 y publicado en marzo de 1973) y les emplazan a una nueva reunión, tras disculparse por su actitud de desinterés y ofrecerles oír las ultimas mezclas de lo que estaba siendo su nuevo disco. El grupo ve La Montaña Sagrada en Canadá y decide tomar parte en el proyecto, en lo que sería una nueva BSO de Pink Floyd tras sus trabajos en More, Zabriskie Point y La Vallé . El grupo, además, comunicó a los responsables de la película su intención de que la BSO de Dune fuese un disco doble. Jodorowsky, no obstante, pretendía involucrar a otros músicos en la BSO, aunque no se tiene constancia de que hiciese ninguna oferta formal a nadie más. Se ha rumoreado que Magma y Tangerine Dream iban a tomar parte definitiva en la música, lo mismo que el grupo inglés Henry Cow. Obviamente, al no filmarse ninguna escena del filme, Pink Floyd no pudo trabajar jamás en su partitura.
Hacia finales de 1974 se comienza con el proceso de selección de actores. En realidad son más las crónicas de rumores y de intenciones que los contactos concretos y las ofertas y firmas. Se sabe, por el propio cineasta, que Charlotte Rampling rechazó interpretar a Jessica y que había un compromiso firme de David Carradine para intervenir en el filme. Aunque Jodorowsky afirma que este actor estaba interesado en el papel del Duque Leto, otras fuentes aseguran que iba a interpretar a Pardot Kynes, el planetólogo imperial. Con todo, parece probable que el propio Jodorowsky considerase finalmente la idea de que él mismo interpretaría al Duque y que Carradine sería Kynes. Geraldine Chaplin fue la nueva opción para interpretar a Jessica tras el rechazo de Rampling, aunque el propio Jodorowsky no habla de esto en su artículo.
Orson Welles iba a interpretar al orondo y siniestro Barón Harkonnen. El papel de la Reverenda Madre de la hermandad Bene Gesserit Helen Gaius Moham iba a ser para Gloria Swanson. Se asegura que Mick Jagger iba a encarnar a Feyd Rautha, el siniestro sobrino del barón, que la versión imaginaba como un efebo afeminado; y que Alain Delon interpretaría a Duncan Idaho, maestro de armas de la Casa Atreides. Un reparto estelar que encarecería aún más el presupuesto del filme. Pero ninguno de estos intérpretes iba a ser el mejor pagado de la película.
Barón Harkonnen. Orson Welles
El director había imaginado al emperador Shadam IV como un loco bufón histriónico, y no concebía otro intérprete para este rol que el artista catalán Salvador Dalí (1904-1989), todo un showman. Dalí no había trabajado nunca como actor profesional, pese a intervenir en varios anuncios y en comportarse en su vida como si realmente fuese el jefe de pista de un grandioso circo: el de su propia existencia. Jodo se cita con el artista en Nueva York en una de sus exposiciones, pero no se llega a consumar el encuentro porque el cineasta llega tarde. Tras varias dificultades, el director y el pintor se reúnen finalmente y Dalí accede con aparente entusiasmo a interpretar al emperador, pero comienza a poner condiciones: quiere que el trono del emperador sea una silla-retrete de su invención que no mezclaba el pis con la caca, y pide de salario 100.000 dólares de entonces por hora (Jodorowsky quería que Dalí estuviese una semana rodando), además de la posibilidad de aumentar su sueldo dependiendo del humor con el que esté ese día. Dalí también rechazaría leer el guión, pero ofrecería a Jodorowsky algunas ideas para su papel.
A Jodorowsky el caché del artista le pareció desorbitado, pero aceptaría el resto de condiciones. Pide tiempo para pensar en los surrealistas requisitos y finalmente ofrece rebajar a Dalí su sueldo de 700.000 dólares semanales a 300.000, una cantidad aún inmensa para la época. En un nuevo y muy daliniano encuentro en París en una fiesta con famosos, Dalí acepta la oferta final del cineasta, usando como firma de contrato la carta del Tarot de El Colgado que Jodorowsky le había enviado días antes. Dado que Dalí no quería ser dirigido, Jodo le propone una especie de juego en el que el director le preguntaría al pintor sobre como que le gustaría hacer ese momento en el plató o como tendría que ser su personaje y Dalí tendría que responder.
El director estaba encantado con la idea de trabajar con Dalí y no le importaba su desorbitado salario- que le convertía en el actor mejor pagado de la historia hasta el momento-, ni sus extravagancias a la hora de ser filmado. A finales de 1975, Gibon advierte de que el presupuesto para pagar al reparto es de 150.000 dólares y por ello es imposible que Dalí cobre lo estipulado. Jodorowsky y los productores se desplazan a Barcelona y tratan de renegociar con el artista, y tras un tenso tira y afloja se decide finalmente reducir el papel del Dalí a una página y medio del guión y una hora de rodaje por 100.000 dólares. Ya que este tiempo de rodaje no cubría todas las apariciones del emperador, se pactó filmar algunas escenas con un muñeco de polietileno que reprodujese al artista, en especial aquellas en las que este aparecería haciendo sus necesidades en su trono escatológico. Con todo, seguiría siendo el actor mejor pagado de la historia.
El emperador Padishah Shadam IV según Moebius, con los rasgos de Dalí.
Y todo se fue al garete.
No se tiene mucha certeza cuando fue la fecha exacta en la que el proyecto de Dune se canceló, pero se calcula que fue a finales de 1976. Al parecer, Jodorowsky hizo circular el storyboard de Moebius por diferentes estudios de Hollywood durante un año (no se sabe si hizo lo mismo con un guión literario que nunca ha visto la luz). Se necesitaba de dinero norteamericano para una producción de esas características, pese a que la inspiración era cien por cien europea. Pero todos los productores y ejecutivos de las grandes compañías lo rechazaron arguyendo que no era suficientemente Hollywood. Había desconfianza en que un producto gestado principalmente por manos francesas fuese convincente y atrayente, y mucho menos en un campo como la ciencia-ficción. Dune de Alejandro Jodorowsky se va al garete terminando con casi cuatro años de trabajo infructuoso y bastantes diseños ya realizados. Jodorowsky no realiza un filme hasta 1980, Tusk. Todos los participantes que ya habían realizado aportaciones se sienten abatidos, especialmente Dan O Bannon, quien fue recluido en un hospital psiquiátrico.
Un hecho desvelado hace relativamente poco muestra que Frank Herbert estaba más al tanto de la adaptación de su novela de lo que Jodorowsky ha llegado a admitir, pese a que no deseaba la presencia del escritor en el proyecto. Al parecer, según declaraciones del literato, Herbert se desplazó a París en 1976 para ver el trabajo de la adaptación y se dio cuenta que se habían gastado ya en la preproducción del filme dos millones de dólares. El guión que escribió Jodorowsky suponía una película de 14 horas y tenía el grosor de una guía telefónica. No se conoce la reacción posterior de Herbert, aunque él mismo llegó a afirmar que ambos creadores mantuvieron una relación cordial pese a las libertades que el francochileno se había tomado con su texto.
El proyecto Dune cambió nuestras vidas.
El frustrado Dune de Jodorowsky es ahora, con todo, una de las películas frustradas que más interés siguen despertando entre los amantes del séptimo arte. Y no es para menos, ya que se hubiese estrenado más o menos en la misma época que Star Wars, anticipando el concepto de superproducción de Ciencia -Ficción (hubiese costado mas que al película de Lucas), y hubiese contado con una factura artística y estética adelantada a su tiempo.
Como es sabido, el todopoderoso productor italiano Dino de Laurentis se hizo con los derechos de Dune en 1978, y durante seis años se gestó una superproducción más fielmente basada en la novela original de Frank Herbert, que además participo activamente asesorando el proyecto y escribiendo un guión inicial que al final no se utilizó. David Lynch fue el director de Dune (1984), aunque al principio De Laurentis puso el proyecto en manos de Ridley Scott. Una interesante y digna adaptación con una fascinante estética atemporal y, como el proyecto de Jodorowsky, un indudable sentido artístico en su escenografía, decorados, vestuario. Se da la circunstancia de que en un principio H.R Giger, uno de los diseñadores de producción del filme de Jodo, iba a tomar parte en la versión de Scott tras su excelente trabajo en Alien (1979) del director británico en donde diseñó a una de las criaturas mas espectacularmente inquietantes de la historia del cine, pero tras diseñar algunos escenarios muy parecidos a los de la adaptación de Jodorowsky, se cayó de la adaptación una vez Scott la abandonase.
Giger no fue el único ex Dune de Jodorowsky que iba a colaborar en Alien, la obra maestra de Ridley Scott: Dan O Bannon fue el guionista de la película, escrita por él en su periodo depresivo post-dune, en el cual llegó a firmar otros 12 guiones que nunca verían la luz; Chris Foss diseñó las naves y Jean Giraud Moebius los trajes espaciales de los tripulantes del Nostromo. Además, Giger ideó unos decorados extraterrestres muy parecidos a los que había diseñado para Dune. En resumidas cuentas, Ridley Scott aprovechó los talentos de una camarilla de excelentes profesionales a los que su filme debe prácticamente toda su excelente y legendaria factura técnica y estética, totalmente influyente en la historia del cine y de la iconografía occidental y pudieron haber hecho un trabajo parecido antes. Hans Rudi Giger, por cierto, contó su experiencia en la frustrada Dune en su artículo Dune: Giger on Jodorowsky ilustrada con sus impresionantes diseños.
Quedan también parte de los diseños de personajes y vestuarios que realizó Moebius, parte de ellos alumbrados al público en el artículo de Metal Hurlant y otros disponibles en varias páginas de Internet, lo mismo que diseños de Foss. Los dibujos y bocetos de Moebius tienen un indudable atractivo y dan una idea de cómo pudiera haber sido el look del filme. Varios de ellos inspirarían la estética del cómic El Incal, que Giraud realizó con Jodorowsky como guionista en la década de los 80. Se podría decir sin rodeos que muchas de las ideas que se barajaron en el filme, terminaron en la saga Star Wars.
Como el propio Alejandro Jodorowsky afirmó, el proyecto de Dune cambió las vidas de él y los que el llamaba sus siete samurais. El culto a una película que no existió nunca sigue ahí, y un nuevo mito recibido por el polifacético personaje, nos ha sido entregado a la colectividad: Dune de Alejandro Jodorowsky.
Fuente: http://unperdido.wordpress.com/2013/06/02/dune-la-pelicula-de-alejandro-jodorowsky-que-no-veremos/