“Unos cuantos mamones le están robando el dinero a la gente”

Entrevista a Matt Taibbi, periodista de Rolling Stone

Uno de los mejores libros que ha aparecido sobre la crisis financiera y sus razones ocultas lo ha firmado el americano Matt Taibbi, periodista de Rolling Stone.
Cleptopía: fabricantes de burbujas y vampiros financieros en la era de la estafa (Lengua de Trapo, 2011), con prólogo y traducción de Pablo Bustinduy, aúna observación política afilada, especialización financiera traducida al lenguaje común, prosa cómica y una cantidad apabullante de indignación ante la estafa. Taibbi habla con Público para explicar qué ha pasado aquí y quién se ha llevado nuestro quesito.

Al leer ensayos, uno se topa a menudo con el reclamo de «se lee como una novela». En el caso de Cleptopía es cierto, quizás porque los malos de esta crisis actúan como villanos de ficción.

Hay que tener en mente que, a no ser que un lector esté muy familiarizado con el mundo de las finanzas, leer sobre este tipo de material puede resultar extremadamente difícil. Por consiguiente, uso técnicas de escritura narrativa con el fin de simplificarles las cosas a los no iniciados. El banco de inversiones Morgan Stanley probablemente sea culpable de las mismas cosas que Goldman Sachs, pero decidí concentrarme exclusivamente en Goldman y su director ejecutivo, Lloyd Blankfein, por su perfil Dr. No y estilo de villano de James Bond. Todo lo que se dice en mi libro es verdad, pero está escrito de forma que ayude a digerir el material más fácilmente.

Las acciones de estos «vampiros financieros» hacen que uno se pregunte sobre la naturaleza del mal.

Existe un tipo de persona malvada que te mirará a los ojos y luego te robará. Pero luego existe otro tipo, mucho más cobarde, que les robará a unos miles de personas invisibles mediante el simple procedimiento de pulsar un botón. Muchos de los crímenes de Cleptopía pertenecen al segundo grupo. Hay un tipo muy particular de criminal que está evolucionando y volviéndose cada vez más común en nuestras sociedades: el burócrata financiero sin sentimientos que victimiza a conciencia a un gran número de extraños indefensos por puro afán de lucro. Creo que este comportamiento despiadado y explotador obedece a algún tipo de psicopatía o locura moral, y sin embargo es cada vez más aceptado, especialmente en EEUU, donde se celebra por defecto cualquier actividad que tenga fines lucrativos.
«Este asunto no tiene nada que ver con la ideología: es un tema policial»

La dialéctica de la izquierda se ha vuelto demasiado comedida, especialmente si se la compara con el discurso feroz de la derecha. Cleptopía ofrece una granada selección de palabras malsonantes e insultos.

Bastante gente me critica por eso, y una buena parte de la crítica es justificada, aunque debo decir que blasfemo mucho menos que cuando era más joven. Asimismo, trato de escribir como hablo en conversación, y creo que esto ayuda a que los lectores asimilen temas áridos y difíciles. Por añadidura, hablando de algunos de esos personajes necesitas la palabra más gruesa que se te pueda ocurrir.

Cleptopía rehúsa sumarse a las polémicas banales que instigan los medios de comunicación. Usted habla de ello al explicar la ausencia de debate sobre el sistema financiero en las dos últimas campañas electorales estadounidenses.

En EEUU tenemos tendencia a construir debates falsos en torno a todo. Nuestros telediarios y periódicos han sido adiestrados para asumir que existen dos puntos de vista legítimos alrededor de cada historia, pero a veces no los hay. Un ejemplo: la historia de Terry Schiavo. Muchos americanos religiosos acabaron creyendo que una paciente en coma que había sido certificada clínicamente muerta estaba viva mentalmente, y por tanto no debería haber sido desconectada de la respiración artificial. Ni un solo científico legítimo estuvo de acuerdo con esta visión, pero nuestros periódicos y televisiones prestaron la misma atención a ambos puntos de vista, como si realmente existiese una «controversia» válida acerca de si aquella pobre mujer era aún un ser vivo. Lo mismo sucede con el problema financiero. Nuestros medios de comunicación tratan continuamente de presentar el tema como si fuese un debate ideológico: los que están a favor de mayor regulación contra los que prefieren una economía laissez-faire, los ricos productivos contra los envidiosos pobres, etc. Pero el asunto que nos ocupa no tiene nada que ver con la ideología: es un tema policial, de aplicación de la ley. Unos cuantos mamones le están robando dinero a la gente. No veo cuál podría ser la «controversia».

Una de las formas de evitar intromisiones legales es blindar las operaciones con una coraza de jerga impenetrable. Cleptopía acierta a traducir todos esos trabalenguas y destapa lo que son: estafas.

Los banqueros y las aseguradoras cobran tarifas exorbitantes por sus servicios porque han creado un universo de jerga que la gente corriente es incapaz de comprender. Al principio debió ser un lenguaje utilitario para ganar dinero de forma legítima. Pero cuando esos tíos empezaron a tramar conspiraciones criminales cada vez más elaboradas, aquella verborrea enloquecida se convirtió en un escudo contra el escrutinio público, porque nadie era capaz de entender qué diantre estaban haciendo, ni siquiera consultando los documentos adecuados. Eso explica por qué periodistas como yo pasamos una gran parte del tiempo traduciendo sus términos a lenguaje normal.

Cleptopía ofrece multitud de ejemplos de política pro-Wall Street en la administración Obama, especialmente en lo que concierne a la reforma del sistema sanitario.

Obama ha resultado ser una decepción monumental. La mayoría del movimiento Occupy Wall Street nace de la desilusión que sintió la gente joven al comprobar que Obama les había engañado, sobre todo en lo que respecta a perseguir el crimen de guante blanco. Muchos de los manifestantes de Occupy Wall Street estaban apoyando a Obama hace solo cuatro años; ahora se oponen a él.
«En EEUU construimos debates falsos en torno a todo»

Su libro recuerda algo que parece de ciencia-ficción utópica: la época en que presidentes como Ted Roosevelt y Frankie D. Roosevelt luchaban contra el monopolio financiero, aprobando leyes que impedían la concentración de dinero y poder.

Estamos en una nueva era de corrupción. Hace tiempo existían ciertas líneas que los políticos y líderes financieros jamás cruzaban, por mucho que buscaran dividendos y privilegios. En las acciones de oligarcas como los Rockefellers o los Vanderbilts había un elemento de noblesse oblige; se sentían responsables de mantener la sociedad en funcionamiento, construir infraestructuras, etc. Nuestra nueva clase de líderes financieros, por el contrario, está completamente desprovista de cualquier tipo de instinto patriótico; son individuos sin Estado que no le deben fidelidad a país alguno, que viven en mansiones amuralladas en paraísos fiscales y sienten indiferencia por cualquier cosa que suceda fuera de su propiedad. Para colmo, no construyen nada; sólo nos despojan de bienes. Muchos políticos tratan de convencernos de que lo que es bueno para compañías «estadounidenses» como Goldman Sachs o el Bank of America es bueno para el resto del país. Pero una de las ideas más importantes que trato de comunicar es que compañías como Goldman, Chase o el Bank of America no son «estadounidenses» en ningún sentido significativo del término. Ni siquiera ellos mismos se ven así.

¿Considera que Occuppy Wall Street, el 15M o la revolución griega tienen alguna posibilidad de alterar el status quo?

Es posible que de aquí a un tiempo las protestas mundiales terminen cambiando las cosas. Occupy Wall Street es aún un fenómeno de clase alta, pero llegará un día en que empezará a atraer a los millones de personas que han sido desahuciadas de sus hogares o que han perdido todos sus ahorros por culpa de la venta de fraudulentos títulos respaldados por hipotecas; entonces presenciaremos el nacimiento de un movimiento mucho más potente y peligroso. Nunca creí que llegara a decir esto, pero creo que esta es la primera amenaza seria que sufre el sistema bipartidista. Mucha gente de ambos lados está harta de la corrupción, lo suficiente como para tomar las calles. No creo que el cambio suceda este año, pero sí que está muy cerca. Especialmente si sufrimos otro crash, lo que es muy probable.

Cleptopía Fabricantes de Burbujas y Vampiros Financieros en la Era de la Estafa

Matt Taibbi (Lengua de trapo, 2011) 404 pag.

Considerado por buena parte de la critica norteamericana (Time, The Washington Post, The New York Times…) uno de los mejores libros sobre las razones de la crisis financiera actual, Cleptopía es un preciso relato, lleno de humor negro y no poca mala leche, de los acontecimientos, y también de los nombres y apellidos, que llevaron a la caída y posterior salvamento publico de la economía norteamericana. Desde la historia de ese «listillo» de Alan Greenspan hasta la estafa de Obama con la Ley Sanitaria, pasando por las Subprime, la salvaje especulación en los mercados de alimentos y, claro, el mafioso comportamiento de la banca, empezando por Goldman Sachs… Nadie ni nada queda al abrigo de la poderosa escritura de Matt Taibbi y del descarnado retrato de la sala de maquinas del capitalismo financiero y de su domino sobre la política contemporánea. Si alguien quiere saber que pasó y quien hizo que pasara en la última y todavía presente crisis económica, este es el libro… que se lee, además, como una buena novela.

«10 estrategías de manipulación mediática», de Noam Chomsky

El lingüista Noam Chomsky elaboró una lista de las “10 Estrategias de Manipulación” a través de los medios.

1. La estrategia de la distracción. El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
 
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
 
3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
 
4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

 
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
 
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos… 
 
7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
 
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
 
9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
 
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Feria de San Isidro, oído al pasar

–La muerte pública del toro escandaliza porque es en la plaza a la vista de todos. Los antitaurinos sentís repugnancia, no tanto por la muerte del toro, ya que el hombre mata toda clase de animales destinados a la alimentación, erradicación de plagas o mataderos industriales, como por tratarse de un espectáculo público, a la vista de todos y en su versión lúdica, a pesar de que por motivos lúdicos también se encierra a pájaros en jaulas y se esclavizan animales domésticos. El toro no es un animal doméstico, es bravo y habla en la arena, se crece en el castigo, a nadie se le ocurre torear a un ciervo…

–Es posible, pero sin cambiar de tercio, cuando los aficionados taurinos decís que la mejor muerte para un toro es a estoque y embistiendo en el ruedo, ¿con qué criterio a los que cuajan las mejores faenas se los indulta, privándolos así de su momento de gloria y a cambio se los condena a llevar una vida más propia de bueyes? ¿Y si los toreros dan el pase natural con la mano izquierda, por qué se los llama diestros y no siniestros? Se ve que os gusta ver los toros desde la barrera…

Y así se les pasó la tarde, tarde de toros en Madrid…