El fanático religioso es el fanático por excelencia, pues su creencia afecta a todos los órdenes de la vida. No tolera la disidencia, la crítica o la sátira porque no puede vivir con la duda de quienes no comparten su fe, la cuestionan o defienden otro credo. Me parece una ingenuidad pensar que las irreverencias puedan servir para provocar y atizar el extremismo y que éste remitiría si no se ofendieran gratuitamente sus imposturas. El fanático religioso exige sumisión a Dios, la suya y la de todos, siempre encontrará motivos de ofensa a su visión de la existencia, pues la religión no es un saber humano más, es el saber humano fundamental, encargado de canalizar la relación del hombre con la vida entendida en su totalidad, con el origen del mundo, de todas las cosas, una visión global de la vida y del fundamento de la vida. Hagas lo que hagas, cualquier ejercicio de libertad puede ser una ofensa para el inquisidor. No depende de ti, porque el fundamentalismo es el odio por la gracia de Dios.