Cuando uno es un genio en el uso de la lengua y la inventiva, ha de irse de esta vida con un último latigazo ocurrente, aunque no siempre se consigue, ya que muchos no pensaban que aquellas serían sus últimas palabras. Ahí va la lista:
- Ahora me iré a dormir. Buenas noches (Lord Byron)
- ¡Que Dios ayude a mi pobre alma! (Edgar Allan Poe)
- Ten valor, Charlotte, ten valor (Anne Brontë)
- Alce, indio (Incomprensible frase de Henry David Thoreau)
- Incorpórame, quiero cagar (Walt Whitman. Vive Dios que es una frase digna de un genio; ningún hombre debería irse de este mundo con esa sensación en el cuerpo)
- Pero los campesinos… ¿Cómo mueren los campesinos? (Lev Tolstói)
- Se disipa la niebla (Emily Dickinson)
- ¿No es meningitis? (Louise May Alcott)
- O se va él o me voy yo (Oscar Wilde. Al parecer se refería al papel pintado de la habitación, que no debía ser de su agrado. Ganó el papel pintado)
- Ahora puedo cruzar las arenas movedizas (Lyman Frank Baum)
- Eres maravillosa (Arthur Conan Doyle, dirigiéndose a su mujer. No es mal final para una vida)
- Vete, estoy bien (Herbert George Wells)
- ¿Cuál es la respuesta? ¡Ah!, ¿cuál es la pregunta? (Gertrude Stein. Entre una frase y otra hubo un silencio)
- ¿En serio nadie la entiende? (James Joyce. Se refería a una obra suya, Finnegans Wake. Si supiera lo que piensan muchos de su Ulises…)
- ¡Mátame, o si no eres un asesino! [sic](Franz Kafka)
- Nacido en una habitación de hotel y ¡maldita sea! Muerto en otra (Eugene O’Neill)
Fuente: http://curistoria.blogspot.com.es/2013/01/ultimas-frases-de-algunos-escritores.html