Nomenclatura y apología del carajo

El autor de esta producción es el poeta festivo, satírico y epigramático don Francisco Acuña de Figueroa (1791-1862), inteligencia peregrina, gloria no sólo del Uruguay, su cuna, sino del Nuevo Mundo.

«Nomenclatura y Apología del Carajo» es una obra de singular rareza por su erudición lexicográfica, y una prueba de la riqueza del idioma castellano. Pocos poetas americanos han escrito mejor, con más pureza la lengua española que Acuña de Figueroa, cuyo innegable talento le permitía abordar todos los temas y todos los metros.

Fue el poeta neoclásico por excelencia y el grueso de su obra destaca por su carácter lúdico y burlesco: retruécanos, anagramas, himnos, laberintos, acrósticos, epigramas, sátiras, charadas, juegos de ingenio y otras de índole similar. Es de destacar, también, su consistente, aunque escasa, producción de «poemas de figuras» con los cuales, Acuña de Figueroa, intentaba aunar las formas de expresión verbal y visual en el poema. Una de sus obras más curiosas es el poema laberíntico “Salve Multiforme”, que tiene la particularidad de admitir 954640000000000000000… (95464 + 58 ceros) lecturas posibles. Como la lectura de cada poema no demora más de 20 segundos, la lectura total de todas las versiones vendría a ocupar cerca de cien mil millones de siglos, es decir, una eternidad…

 

 

NOMENCLATURA Y APOLOGÍA DEL CARAJO

La lengua castellana es tan copiosa,

En voces y sinónimos, tan rica,

Que con nombres diversos, cualquier cosa

O con varias metáforas explica

Monarca Soberano, y Rey… ¡qué encanto!

Todo es un mismo nombre repetido;

Y tres veces también con un sentido

Son, Pontífice; Papa, y Padre Santo.

Pero hay de grande aprecio entre los hombres,

Un cierto pajarraco, o alimaña,

Que tiene más sinónimos, y nombres

Que títulos tenía el Rey de España.

Yo, por tal de evitárosle trabajo

De una investigación algo penosa,

Diré que esa alimaña, o quisicosa

No es el Papa, ni el Rey sino… el Carajo!

Miembro Viril, o miembro solamente

Le llama el diccionario… ¡Qué Mezquino!

Sus nombres en el uso más frecuente

Son el nabo, el zurriago, y el pepino

El cimborio, la tripa, y el virote

(flores son de la lengua castellana)

El visnago, la pica y la macana

Son como la mazorca y el cipote.

El príapo, la porra, y el chorizo

El rábano, la pija, y el badajo;

Picha y ciruela en Español castizo

Son sinónimos todos del Carajo.

El vergajo; la guasca, y mango

El tarugo, el lenguado, y la banana

El pito, y el vitoque… es cosa llana

Que equivalen al chocho, y al zanguango.

La butifarra, el tronco, y la batata

O el lagarto, le llama cualquier topo

El aquello, o la cosa, la Beata

Y el Fraile, la correa, y el hisopo.

Muchos suelen llamarle, el trompo, el sapo

otros, el motillón, y el calabrote;

los músicos, la flauta, o el fagote

y el artillero espeque, o sacatrapo.

Siguiendo a la metáfora la hebra

Llámanle, el narigón, el nene, el chato

el tramojo, el merengue y de barato,

van péndulo, panal, bicho y culebra.

La berenjena, la pistola, el dómine,

bien lo sabe cualquiera chuchumeco

todos vienen a ser Carajo «in nomine»

lo mismo que el gazapo, y el muñeco.

En el estilo vulgar, llámanle el rabo

y algunos el peludo… ¡Impropio nombre!

pues por más pendejudo que sea un hombre

no tiene tales pelos en el nabo!

Tiene otros cien apodos que no cuento

que aplica cada cual, según su antojo

como el corvo, la pieza, el instrumento.

el mondongo, el apéndice, el hinojo.

El negocio, la polla, y la poronga

van como suplemento… y pica punto

que no falta purista que suponga

que esto el miembro, y cojones todo junto.

He aquí en todas sus fases, y conforme

a la ley, por el uso sancionada

con setenta y tres nombres señalada

aquella quisicosa-multiforme.

La cajeta de nombres menos rica

no puede competirle y alza moño

aunque ostenta sus títulos, de Chica

o de raja, argolla, concha y coño.

Lejos de competirle, queda abajo

En buena hora, le añadan papo, y chocho,

Nombres de morondanga… Ellos son ocho

Y entre todos no valen un ¡Carajo!.

Yo, en cualquiera emoción, desahogo el pecho

Cuando un fuerte ¡Carajo! desembucho…

Interjección potente del despecho

Que si es echada a tiempo, vale mucho.

Del sexto en los sentidos corporales,

es el carajo la mejor prescea;

y más si es de esos miembros burricales

que ostentan a la par Fajardo y Zea.

Palabra comodín, que entra al destajo

en todo, pues se dice sin reproche,

fría como un Carajo está la noche

O caliente está el sol, como un Carajo.

Un buen gallo contenta a cien gallinas

y a diez hembras, cualquier mameluco

y por ser bien armado, el Rey Nabuco,

se preñó a cuatro cientas concubinas.

No me vengan hipócritas devotos,

tratando de indecentes mis razones,

ellos dicen, testículos y escrotos,

y se asustan de huevos y cojones.

El venerable Astete, sin reparo,

Y en verdad que ninguno lo acrimina

No fornicar prescribe en su doctrina

que es decir, no joder hablando claro.

Masturbación… ¡satánico delito!

Clama el predicador; pero un galopo

sigue en la tanda de sobarse el pito

¿Porqué? Porque no entiende aquel piropo.

En asunto de nabo, o de cajeta

pan, pan, y vino, vino, es lo acertado

dígase claramente que es pecado

el hacerse la paja o la puñeta.

El profeta Ezequiel, dis que Doliba

se entregaba a cualquiera rodaballo

con tal de que le arrimasen panza arriba

Verga de burro, y chorro de caballo.

Un Carajo de un seme, grueso y sano

es digno de coronas y guirnaldas

Así ante tan potente soberano

Las Nobles y plebeyas, caen de espaldas.

Hay de Carajos, variedad bastante

Largos, cortos, redondos, puntiagudos!

derechos y torcidos, servigudos!

Y romos y de punta de Diamante.

Si el miembro de botón, como el de un perro

se engancha al fornicar y es un estorbo

y es bueno que sea duro, como un hierro

y es mejor es derecho, que no corvo.

En fin, aquí termina mi trabajo

Si algún censor severo lo condena

Que me eche un buen Carajo… en hora buena

¡Que más quisiera yo, que un buen Carajo!.