Una vez los niños se aprenden los números, comienzan a llevar a cabo operaciones sencillas como sumas y restas. Pero aunque cualquier persona reconozca signos como + y -, conocer su origen es más complicado. En algunos casos la explicación es clara, pero en otros sólo existen hipótesis sobre por qué se escogieron frente a otras opciones. Florian Cajori, uno de los historiadores de las matemáticas más importantes, recoge en su libro A History of Mathematicslas anécdotas detrás de la adopción de algunos de los más comunes.
Los símbolos + y – se popularizaron en la Alemania de finales del siglo XV. El origen de + se encuentra en la abreviación de la palabra et, que significa y en latín, tal y como puede observarse en varios manuscritos de la época.
El significado de – no está claro, y Cajori se limita a recopilar algunas de las teorías. Quizá los mercaderes separaban la tara de las mercancías (llamadaminus por entonces) con un guion. O puede que este signo derivara de un símbolo hierático del Antiguo Egipto. Otros sugieren que los matemáticos alejandrinos Herón y Diofante utilizaban para ello una especie de T que acabó perdiendo la I.
La Cruz de San Andrés, muy usada en heráldica (desde la Ikurriña de Euskadi a la bandera del Imperio español) es el origen del actual signo de multiplicación. El matemático William Oughtred fue el primero en utilizarla en 1631 y desde ahí se tradujo a la × actual. Esta adopción no estuvo exenta de críticas, entre aquellos que defendían que la multiplicación podría confundirse con la incógnita. Debido a ello, matemáticos descontentos como Leibniz introdujeron alternativas como el punto y el asterisco.
La Cruz de San Andrés, muy usada en heráldica, es el origen del actual signo de multiplicación
Respecto a la incógnita matemática, que también se representa como x, existe una leyenda urbana que asegura que viene de la mala traducción del árabe al-shalan (lo desconocido). Pero la explicación más plausible (y mucho menos romántica) es que Descartes escogió las tres primeras letras del alfabeto para las cantidades conocidas y las tres últimas para las desconocidas.
La explicación tras los signos de división es mucho más lógica. Para separar el dividendo del divisor, los matemáticos hindúes los escribían uno debajo del otro, separándolos por una línea. Más tarde se empezó a utilizar ÷, que hasta entonces se empleaba para restar. Este signo tuvo una aceptación desigual, y aunque muy utilizado en Inglaterra, pocos países latinos lo utilizan.
Países como España utilizan más la barra de división / o los dos puntos (:). El primer caso se trata de un remake de la barra de separación original, colocada en horizontal para poder escribir la operación en una línea, de forma más práctica, como sucede con el resto de operaciones. El segundo es una vez más obra de Leibniz, que pensó que si el punto (.) era una buena opción para la multiplicación, la evolución lógica para la división sería añadir otro.
Tan igual como dos paralelas
El símbolo = aparece por primera vez en 1557 de la mano del matemático Robert Recorde. La explicación que dio el galés es que no existía nada que pudiera ser más igual que dos rectas paralelas. Aunque en su primera aparición era mucho más largo (=======), se acortó progresivamente por comodidad. Este signo no se aceptó de inmediato, sino que se comenzó a aplicar en contextos diferentes. Descartes, por ejemplo, lo utilizaba para referirse a más o menos (±). Llegó a tener cinco significados simultáneos, lo que lo puso en serio riesgo de ser descartado. Sin embargo, durante el siglo XVII fue finalmente aceptado.
El signo = llegó a tener cinco significados diferentes antes de ser finalmente aceptado
Las temidas raíces cuadradas tienen dos explicaciones en cuanto a su nacimiento. Euler pensaba que era una r deformada, la primera letra de radix. Pero su verdadero origen es mucho más sorprendente: un punto deformado. Cuesta de imaginar, pero si se piensa en un punto que se alarga como una nota musical (♪) es fácil de ver cómo surgió.
El número irracional pi (π) tiene también su origen, como la × de multiplicar, en William Oughtred. Este escogió la decimosexta letra del alfabeto griego por un motivo concreto: es la primera letra de la palabra griega para periferia (periphérion).