Más aforismos de Chesterton
Loco no es el que ha perdido la razón, sino el que lo ha perdido todo, absolutamente todo, menos la razón.
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La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.
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Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.
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¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.
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Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla.
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Los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera.
Gilbert Keith Chesterton, Londres, 29 de mayo de 1874-Beaconsfield, 14 de junio de 1936, escritor, filósofo y periodista británico.
La situación de los hombres en Irán
Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio en la legislación norteamericana.
Los exploradores españoles del siglo XVI, de Charles Fletcher Lummis
Charles Fletcher Lummis (1859-1928), periodista, historiador y activista a favor de los indios estadounidenses, en su libro LOS EXPLORADORES ESPAÑOLES DEL SIGLO XVI (1920), escribe:
El honor de dar América al mundo le cupo a España; el crédito, no solo del descubrimiento, sino de siglos de trabajo pionero tal que ninguna otra nación en ningún otro país se le puede equiparar. Prácticamente una sola nación tuvo la gloria de descubrir y explorar América, de cambiar las ideas del mundo sobre la geografía y de llevar por sí sola el conocimiento y el comercio durante un siglo y medio. Y esa nación es España.
No solo fueron los españoles los primeros conquistadores del Nuevo Mundo, sino también sus primeros civilizadores. Ellos construyeron las primeras ciudades, las primeras iglesias, escuelas y universidades, montaron las primeras imprentas y publicaron los primeros libros; escribieron los primeros diccionarios, historias y geografías, y trajeron los primeros profesores y misioneros. Una de las cosas más asombrosas de los españoles, es el espíritu humanitario y progresista que desde el principio hasta el fin caracterizó sus instituciones.
Los españoles no exterminaron a ninguna nación aborigen, como exterminaron docenas de ellas nuestros antepasados los ingleses… Entre el Cabo de Hornos y el Polo Norte no había ni una mala casucha inglesa ni un solo hijo de Inglaterra… España se desangró en una conquista tan enorme que ni aún hoy podría nación alguna dar los hombres o el dinero necesarios para una empresa semejante en pos del progreso mundial.
Algunas historias han pintado a esta heroica nación como cruel para los indios; pero la verdad es que la conducta de España en este particular a nosotros debería avergonzarnos. La legislación española referente a los indios de todas partes, era incomparablemente más extensa, comprensiva, sistemática y humanitaria que la de la Gran Bretaña, la de las Colonias y la de Estados Unidos juntas.